El ser humano es un animal creativo que inventa mundos ficticios porque una sola vida nunca es suficiente.


viernes, 26 de enero de 2018

Un día en la rutina audiovisual

La sociedad cambiante



Cuando empecé a anotar los medios audiovisuales que consumía en un día me confirmé a mí misma algo que ya sabía: Uso mucho los medios a mi alcance, pero sin dejar de lado el enriquecimiento intelectual.

Si te lo preguntas, no soy de esas personas pegadas a un móvil. En cambio, sí que soy de esa clase de personas pegadas a un ordenador. ¿Hay diferencia? Yo creo que mucha.

Cuando dispones de tiempo, te sientas en la mesa del ordenador, y te preparas, digamos, una taza de té, estás siendo consciente de tus actos la mayoría del tiempo. Por supuesto que puedes perderte un rato y acabar preguntándote: ¿Cómo he acabado aquí? En un mundo virtual que cambia a cada segundo lo extraño sería permanecer imperturbable. Sin embargo, tu taza de té se acaba, tu lista de quehaceres se completa, y bueno, por qué no, disfrutas de media hora más solo por ocio. Que también es necesario. Pero se acaba. Cuando te levantas de la mesa vuelves a ser libre. Eres tú quién decide cuándo y cómo.

En cambio, cuando vives a un móvil pegado, y dedicas cada minuto libre a llenar tu cabeza con ideas ajenas, estás quitando espacio a tu cerebro para reflexionar, idear y construir. No me refiero a dejar de lado el ocio pasajero que tanta falta hace en esta sociedad de estrés, estoy hablando de los espacios en blanco del día. Espacios que alimentan el alma. Cuando uno espera el autobús y en vez de coger el móvil se dedica a pensar, ocurre la magia.
La reflexión permite a nuestro cerebro desgranar todo aquello que conoce hasta convertirlo en algo que necesitas. Quizá has dado con la tecla para ese artículo en el que trabajabas, o se te ha ocurrido comprar unas magdalenas para tu hijo, o has sentido que necesitas un cambio en algún aspecto de la vida. Cuando llenas los espacios en blanco con ocio audiovisual tu cerebro se relaja. Se deja llevar. Y esas ideas que crees tan buenas probablemente serían mucho mejores si hubieses dejado espacio para la reflexión. Porque en la vorágine de información tu cerebro se desdobla para intentar hacer dos cosas a la vez, ver y racionalizar lo que ves. Y al final, no eres tú disfrutando de ocio, es el ocio apagando tu pensamiento durante unos minutos solo para que puedas entender ese chiste que dentro de media hora habrás olvidado.

Es maravilloso vivir en una sociedad creativa y que comparte con quién lo necesite sus trabajos. Pero también da miedo pensar en “Érase una vez un hombre a un móvil pegado...”

De www.movilonia.com


Desde el punto de vista de alguien que ve a todo el mundo a su alrededor siendo cuasi víctima de secuestro por parte de sus teléfonos, me da que pensar sobre nuestros jóvenes.
Mi mayor preocupación es la falta de empatía que está generando el consumo de redes en los pequeños. Niños que están siendo educados por internet. Que piensan que se puede hacer humor de todo, que confunden la libertad con el libertinaje, que tratan a la mujer como un mero objeto sexualizado, que piensan que una feminista es una odia-hombres, que no pueden concentrarse 5 minutos en resolver un problema intelectual porque se aburren... Los llaman “niños rata” y piensan de ellos que ya cambiarán. Pues no, señores. La educación es la base del mañana, si hoy ese niño sexualiza a su compañera de clase porque a un youtuber se le ocurrió hacer una broma, el día de mañana restará importancia a una conducta abusiva hacia la mujer porque “era de broma”.

Así que depende de nosotros los adultos proyectar una imagen de respeto hacia los demás que los jóvenes puedan seguir, porque está muy bien compartir memes, pero no olvidemos que hasta que no seamos capaces de regular el acceso de los menores a internet, deberíamos comportarnos como si siempre hubiese un niño mirando.

Sé el cambio que quieres ver en el mundo.